dissabte, 30 de desembre del 2023

Sociedad de consumo


Imagen extraída de https://www.thenewbarcelonapost.com/una-hora-menos-de-luces/


  Las luces del centro comercial se encenderían de golpe. Los mendigos de la puerta pasarían a ocupar el pódium de los Reyes Magos; la música de los villancicos sonaría en bucle; el brillo de los anuncios haría resplandecer todos los sueños. En resumen: el atraco se efectuaría desde varios frentes a fin de vaciar las cuentas corrientes de los incautos compradores.
  Mientras, escondido en los aseos, el espíritu de la Navidad tiritaría por miedo a ser descubierto.

Amparo Romero

L’esperit de Nadal?


Imatge extreta de la xarxa

No era de les més grosses, ni tampoc d’aquelles a qui l’esperit alegre i desenfadat, o si volem dir “atabalat”, espentava cap amunt amb energia fins que desapareixia engolida per l’infinit. No!!! Ella era menuda, prudent, de les que es passejaven pel fons sense massa rebombori, però era valenta, ho sabia, coratjosa, plena d’aquell esperit que uns anys de repós en aquella cambra fosca li havien permés assolir. Dins d’ella suraven flaires de pera, de llima i de flors, aromes a poma, sabor de terra mullada. Tot allò embriagava el seu caràcter, però no la feia boja, sabia nadar i mantindre la sensatesa dintre d’aquell suc que algú havia donat en anomenar “espirituós” per estar ple de milers d’ésser minúsculs que donaven cos a aquell licor tan nadalenc.

Rosa Mas

diumenge, 24 de desembre del 2023

Una Navidad diferente


La madre, en un ataque de ser “madraza”, decide viajar a la ciudad francesa donde su hija estudia y trabaja, y así pasar con ella unos días de navidad. Se apunta su hermana mayor, y las dos emprenden un viaje en coche de más de mil kilómetros.

Imagen extraïda de Internet

Si la policía abriera el maletero y viera el contenido, probablemente les daría un ataque de risa, o de nostalgia, o quizá diría que dos catetas, a lo Paco Martinez Soria, viajan por las autovías de Francia.

Es la época de la crisis del ladrillo. Miles de jóvenes se expatrian tras terminar sus carreras universitarias. Las ofertas en Europa son tentadoras y allá que se van, con sus maletas cargadas de ilusiones y sueños por cumplir… y de jamón del bueno.


Para Irene son sus primeras navidades fuera de casa, trabajando y estudiando el deseado máster. Como existe Skype, parece que la distancia se acorta y la soledad se llena con la pantalla.

Por fin, tras casi 12 horas de viaje, llegan al destino. Irene las recibe con los brazos abiertos, emocionada, y con el cuchitril (un comedor cocina con una cama y sofá cama, y un mini baño) que tiene por vivienda recién limpio y ordenado. Huele a humedad, a piedra antigua y a comida fría. El árbol de navidad (mini árbol) da un toque singular a esa vivienda forrada de esperanza.

Del maletero suben manjares típicos de la navidad en casa, en España, para celebrar las tres mujeres, con un cava espiritoso, el reencuentro en aquel exilio. Hay un secreto muy bien guardado, que la madre no ha consentido desvelar. Es una nevera portátil, cerrada a cal y canto y transportada con sumo cuidado, que contiene el plato estrella para comer en Navidad. La madre lo guarda en la nevera, por supuesto, tapado y oculto.

Tras una noche de descanso y un paseo matinal por la ciudad, regresan para comer. Se desvela el secreto. Lentamente, como un ceremonial, surge el menú perfectamente guardado en su correspondiente tupper. Primero croquetas, después caldito con fideos y, por último, cocido con pelota y el resto de ingredientes.

Irene dice con los ojos como platos que es el mejor cocido que ha comido en su vida. Pregunta cuáles son los ingredientes y ella misma se responde: amor, compartir y mucha ilusión.


Laura Mata