dimecres, 9 de març del 2022

Promesa rota

El muchacho observaba a su madre, mientras esta enhebraba la aguja con el hilo humedecido por las lágrimas que sus ojos iban derramando sobre la tela del uniforme, el cual debía acoplar al cuerpo de su hijo adolescente, que a la mañana siguiente abandonaría el hogar sin fecha de regreso.

En un rincón de la habitación, apoyada sobre la pared, un arma que apenas el muchacho sabía utilizar, para enfrentarse a otros que, como él, ni se conocían.

¡Te prometo que volveré! Susurraba abrazado a su madre.

Pasaron los días y semanas y esa promesa nunca se cumplió.

Pepa Gadea

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